miércoles, 17 de septiembre de 2008

Quiebran dos bancos gringos

¡¡Exijamos lo Imposible!!
QUIEBRAS, NUEVO CAPÍTULO
por Rogelio Ramírez de la O

La quiebra de Lehman Brothers y sus repercusiones en el mercado financiero global, acompañadas de caídas del producto en Europa y Japón y menor crecimiento en China, coinciden con el anuncio del gobierno mexicano de que el crecimiento del producto en 2009 será de 3.0%, mayor al de este año. Es decir, sigue subestimando los problemas externos.

La crisis estadounidense apenas se encuentra en una segunda fase de cuando menos cinco, hasta llegar a un nuevo equilibrio macroeconómico que requiere un aumento de sus ahorros, de casi cero en el auge de 2005.

La quiebra de dos bancos de inversión de Estados Unidos (Bear Stearns en marzo y ahora Lehman Brothers) y dos hipotecarias apoyadas por el gobierno (Fannie Mae y Freddie Mac) representa la segunda fase de lo que comenzó como una crisis de hipotecas. La falta de crédito golpeó a estas instituciones, obligándolas a reconocer pérdidas multimillonarias en los negocios en los que estaban comprometidas.

En el caso más reciente, de Lehman, a diferencia del de Bear Stearns, el gobierno no quiso comprometer dinero público. Esto hay que verlo no sólo como una postura moral (evitar la socialización de las pérdidas privadas), sino por la imposibilidad de comprometer más recursos cuando ya comprometió tanto. Por ejemplo, al intervenir a las dos hipotecarias semigubernamentales, tuvo que asumir sus deudas por 5 mil 400 miles de millones de dólares.

Además, enfrenta la petición de créditos blandos para las empresas automotrices por 25 mil millones más y la devolución de impuestos y estímulos para apoyar a las familias por 168 mil millones.

La señal la dio el mismo mercado de seguros contra riesgo de falta de pago, el cual cotizó el riesgo de los bonos estadounidenses a una mayor tasa que la de otros emisores. Haber comprometido más recursos públicos hubiera sido la vía más rápida para hacer del dólar una moneda chatarra y causar el desplome de los bonos estadounidenses.

Pero, por la misma razón, esto indica que las autoridades se están quedando sin municiones para enfrentar los problemas que siguen. Éstos son quiebras en los seguros de crédito, tarjetas de crédito, préstamos a estudiantes, deudas de bienes raíces comerciales y eventualmente una caída en la recaudación.

El secretario del Tesoro, Henry Paulson, hará todo lo posible por evitar usar más dinero público, pero los problemas van a llegar a su sucesor en el nuevo gobierno, en 2009.

Algo que Paulson omitió cuando explicó su postura es que nadie puede controlar el impacto sicológico de las quiebras. Por ello, el riesgo de retiros masivos de depósitos no se debe descartar. Quizá por eso aclaró que “los depósitos en los bancos están seguros”.

Nada se puede descartar en una crisis tan seria cuando los banqueros han perdido la confianza entre ellos mismos y por eso la falta de crédito. Lo que viene en 2009 dejará de nuevo las estimaciones de crecimiento de 3% del gobierno mexicano muy por encima de lo realista. Y, por cierto, los muy tardíos proyectos de infraestructura no se materializarán en su mayor parte y los de vivienda enfrentarán problemas.

De ahí que las estimaciones presupuestales se encontrarán fuera de la realidad. Si el gobierno federal se niega a reducir su gasto burocrático para ubicarse en la realidad, los gobiernos estatales deberían reducirlo desde ahora, pues no tendrán los recursos que esperan. En un año de elecciones, sin embargo, lo más probable es que ambos hagan exactamente lo contrario y aumenten irresponsablemente el gasto.

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