lunes, 17 de noviembre de 2008

Los pilotos del Learjet 45 eran unos PENDEJOS

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Los pilotos volando se estrellan
jairo.calixto@milenio.com

Ahora resulta que todo fue culpa de los pilotos. Según los informes oficiales, todo parece indicar que a los tripulantes del Learjet 45 prácticamente los bajaron de una pesera de la ruta 18 para subirlos a llevar los destinos del secretario de Gobernación por los cielos de México. O sea, como si no fuera suficiente con las turbulencias fatales sembradas por el Boeing 737 de Mexicana, hay que agregar la dudosa pericia de quienes pilotaban aquella nave como si fueran Mario Domínguez en La Condesa. Sólo falta que nos digan que los altos funcionarios no viajaban en un jet ejecutivo, sino en un biplano del estilo del Barón Rojo, bautizado bajo el simbólico nombre de Spirit of 2006.

Bueno, y con tal de desprestigiar a los émulos de Charles Lindbergh, las autoridades dieron a conocer la transcripción de las grabaciones de los últimos momentos antes de la colisión, donde piloto y copiloto hacen gala de un lenguaje que le altera los nervios a las buenas conciencias. No sé, como que querían que aquellos infaustos trabajadores del aire se comportaran como próceres de la patria de monografía escolar. Por la manera en que se fueron contra ellos, en vez del “¡hijo de su puta madre!” que retumbó en la cabina, esperaban que los aviadores dijeran frases escritas en mármol del tipo: “Bienaventurados los limpios de corazón”.

Pero ya instalados en esta lógica, extraña que en algo tan delicado como la transportación de altos funcionarios se haya palomeado la licitación más barata; no se diga que la Segob hubiera aprobado a unos pilotos que, por sus supuestas impericias, hacían ver al Kikín Fonseca como si fuera Kaká. Digo, la austeridad republicana no ha caracterizado a la presente administración, así que es curioso que en vez de un Learjet en Gobernación no tuvieran un Jumbo 747.

En este sentido, la teoría de la conspiración que más me entusiasma afirma que todo esto fue armado (con la debida cooperación de las víctimas que ahora viven en un paraíso fiscal caribeño), para que a consecuencia de la catástrofe no sólo se generara una apoyo solidario al gobierno, sino que también se resucitara el debate sobre la urgencia del aeropuerto foxista en San Salvador Atenco.

Pero en lo que a tesis se refiere, el Estado ha elegido el camino equivocado. Si lo que se quiere es generar la empatía que no producen los discursos en los que México, siempre bienaventurado, tiene rumbo y certidumbre, se tiene que reforzar la idea del atentado.

Remember the Twin Towers?

Como sea, ya con los pilotos juzgados y sentenciados, la patria está tranquila.

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