jueves, 30 de diciembre de 2010

La obsesión de Marcelo es el poder

¡¡Exijamos lo Imposible!!
¿Seremos capaces de tomar a la paz en nuestras manos?
María Teresa Jardí

Del paso de Ernesto Uruchurtu por la jefatura del gobierno capitalino se recuerda su obsesión por llenar de flores los camellones. Lo que a manera de chiste, generalizado entre los habitantes capitalinos, se decía que lo hacía: “porque no sabía dónde había sido sepultada su madre”. Destrozó vialidades y apenas se recuerdan las obras importantes que también hizo como la creación de un nuevo rastro, que ya demanda otro mucho más moderno.

Ebrard, sin duda, va a ser recordado como el impulsor del cambio en el transporte público, a mejor, en la ciudad de México. Pero un grave error es querer resolverlo todo en un solo sexenio. Y sus permanentes obras, generalizadas al mismo tiempo, que rotas mantienen todas las vialidades de la ciudad capital, lo que complica la vida de todos los que trasladarse tienen de un lugar al otro, ya están alcanzando niveles de molestia intolerable, que a reprimir con sus granaderos han llevado a Ebrard. No son buenas nuevas ni para las aspiraciones de Ebrard, ni para la izquierda que Ebrard dice “que nadie va a destruir”. Izquierda, al menos la partidaria, que no existe.

Ebrard es un hombre de derecha y sumamente autoritario como gobernante. Pero en la ciudad capital de la república los derechos han sido conquistados, uno a uno, por la ciudadanía. Y si críticas ya despertaba su cuerpo de granaderos, con el que no se remitía a la época de Díaz Ordaz, con votos en contra se castigan, por parte de la ciudadanía defeña, las ofensas intolerables, que no tienen razón de ser. Siempre se puede lograr el consenso cuando existe la voluntad por parte del otro de escuchar a quien gobierna.

Más allá del negocio que significa hacer y deshacer y volver a hacer, porque además muchas de las obras se rehacen una y otra vez. Lo que genera gran indignación en la ciudadanía. Como, además, en general los políticos no caminan por las calles, no se enteran de lo que realmente hace falta hacer ni de lo que no se debe hacer. Deciden en escritorios lo que a ellos les parece o lo que económicamente les conviene. Y rara vez se planifica lo que realmente sirve a las personas comunes y corrientes. El uso de los granaderos no son buenas nuevas ni para las aspiraciones de Ebrard ni para la ciudadanía del Distrito Federal. Se engaña Ebrard cuando señala “que a la izquierda nada la va a dividir”. La izquierda, al menos partidaria, en México no existe más. El “Chucho” de la derecha, al PRD ha dejado pulverizado de tal manera que ni como comparsa del PAN, el PRD, pronto va a servir.

Mucho mejor AMLO en su mensaje de Año Nuevo: “... no hay otra opción que la transformación de la vida pública del país. Sinceramente, no creo que con las mismas estrategias que una y otra vez han fracasado, que con la misma política neoliberal, de saqueos y de pillaje, con la economía de élite, con el sufrimiento del pueblo para beneficio de unos cuantos, México vaya a resurgir...”.

Y mejor aún, aunque otro mensaje que aunque navideño me envía mi amigo Jesús Michel:

“... Las noticias del imperio siempre son malas: son para que se sepa que sólo admite la vida sometida, debilitada, entristecida y sometida; cada vez y en cada lugar: sometida. La buena nueva que celebramos es que la vida puede ser plena, llena de salud y de alegría aunque combata la abyección, aunque se vea rodeada y acosada por fuerzas destructivas, aunque tenga que hacer valer el miedo y la incertidumbre frente a las amenazas. Que de estas celebraciones obtengamos fuerzas para seguir resistiendo, imaginación para vislumbrar caminos y posibilidades de una paz que seamos capaces de tomar en nuestras manos”.

¿Seremos capaces, en medio de una falsa guerra asesina con la que de pobres a México se limpia, de tomar los ciudadanos la paz en nuestras manos? En encontrar una respuesta positiva nos va quizá el futuro a los mexicano

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