lunes, 25 de abril de 2011

Hay que hacer leyes pero muy claras

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Reglamentación imprescindible
María Teresa Jardí

Decir que “El Chapo” está apoyado por la sociedad, en lugar de reconocer el error de la derecha panista al hacerlo su compadre, raya en el cinismo que a los legisladores aqueja, en México, como segunda piel.

Contradictorias han sido las versiones sobre la aprobación o no, que hoy tendría, o tendrá lugar, por parte del Legislativo federal, con relación tanto a las leyes en materia de Seguridad, como las relativas al Código de Justicia Militar. La mayoría, de las que hasta mi computadora me llegan y lo mismo se puede decir de las opiniones vertidas en los diarios e incluso, de las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos están en contra de que el Ejército nacional siga en la calle. De entrada es normal, como reacción, el que así se manifieste viendo que el horror se ha apoderado del panorama nacional. Pero más allá de que brillan por su ausencia los análisis que consignen la cantidad de ejércitos, incluso irregulares, como el de los hombres de negro paramilitares que García Luna comanda, que hoy en México funcionan, también se borra de un plumazo el hecho de que grupos como el de “Los Zetas”, responsabilidad, por su creación, del gobierno federal, están también integrados por paramilitares.

Y es por ello que difiero en cuanto a la no conveniencia de la reglamentación. Considerando que uno de los motivos del desastre que vive hoy nuestro país se encuentra justamente en el haber sacado, Fecal, al Ejército nacional a la calle sin reglas claras.

Sin minimizar, por supuesto, lo imperdonable que es también el que lo haya hecho, por razones equivocadas, como su necesaria legitimación respecto del puesto no ganado en buena lid en las urnas y no, ni siquiera, para dar una lucha que de entrada era falsa, puesto que él llegaba aliado a “El Chapo” como bien han hecho público sus amigos yanquis, a los que también ya pesa la ayuda otorgada a Calderón para imponerlo como el usurpador sanguinario en que se haya convertido.

Es un hecho que el Ejército nacional no puede ser regresado a sus cuarteles. Diversas son las razones y entre las mismas destaca, como es obvio, aunque eso sea materia de otro análisis, la dificultad de cualquier gobierno civil para regresar a un Ejército a sus cuarteles luego de haberlo sacado a la calle.

Y si es un hecho que el Ejército nacional no puede ser regresado a sus cuarteles, entre otras cosas porque el atroz desgobierno, que Calderón encabeza, le abrió la puerta a los Kaibiles, para que su favorito se entretuviera con el Ejército paramilitar, a modo de hombres de negro que se le permitió también crear a ese también canalla irredento. Y como esto hizo Calderón, sin siquiera dedicarse a preparar una policía capaz de enfrentar al crimen organizado, dejando en claro la imposibilidad de regreso a los cuarteles en el corto y ni quizá en el mediano plazo. Convencida estoy de que lo menos malo es que legisle sobre lo que puede y no puede hacer, en la calle el Ejército.

Si es necesario establecer el Estado de Sitio en algunos lugares, se deben fijar, por las leyes, las condiciones y el tiempo de duración del mismo. Y asimismo se deben establecer los castigos implacables a la menor violación de derechos de aquellos que nada tenemos que ver con el crimen, ni organizado, desorganizado, desde dentro ni tampoco desde fuera del poder.

Y los militares deben aceptar, asimismo, ser juzgados por tribunales civiles cuando trasgredan las leyes que para todos deben funcionar lo mismo.

Si es un hecho que se necesita que el Ejército se aboque a controlar a los grupos creados en muchos de los casos dentro del propio Ejército como grupos de elite, que hoy a destazar mexicanos se dedican, lo menos insensato es que se haga con leyes que puntualmente definan el alcance de la forma y del fondo de ese ejercicio.

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