domingo, 25 de diciembre de 2011

La ultraderecha mexicana

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Orígenes ocultos del genocidio del 68
Primera Parte:

El pueblo de México tiene pleno derecho a saber toda la verdad sobre lo que sucedió el 2 de octubre de 1968, y ha llegado el momento de que dicha verdad se conozca, porque lo sucedido aquél día no fue más que el preludio de otras cosas más terribles aún por venir cuando México enfrenta hoy la acechanza de una extraordinaria amenaza forjada desde las tinieblas que ha ido creciendo con el paso del tiempo en base a un plan premeditado y deliberado para el establecimiento en México de algo que nada tiene de nacionalista ni patriota aunque se presente con tal fachada. El velo del misterio será develado recurriendo a testimonios y hechos originales de aquella época. Muchos de los datos pueden ser corroborados y verificados de inmediato. Corresponderá al lector evaluar por mismos los hechos y datos que le serán presentados para que pueda decidir por mismo quién miente y quién dice la verdad.



En un trabajo pionero publicado en varias partes bajo el rubro La Ultraderecha Mexicana, los integrantes de la Alianza Estudiantil Prometeo de la Universidad Iberoamericana habían adelantado la hipótesis de que las raíces de la terrible y sangrienta matanza cometida el 2 de octubre de 1968 en contra de civiles desarmados pueden buscarse y puedan encontrarse no en la ciudad de México, sino en otra ciudad, la ciudad de GuadalajaraSpectator dará seguimiento aquí a esta hipótesis y confirmará que tales sospechas efectivamente tienen fundamento.

Sin duda alguna, y esto es imposible de rebatir, un personaje que tuvo importancia central en la terrible matanza de civiles llevada a cabo por el Ejército mexicano en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco fue el General Marcelino García Barragán:




No es posible en modo alguno minimizarle su papel en la masacre de Tlatelolco por el simple hecho de que él era el Secretario de la Defensa Nacional cuando ocurrieron los hechos, y fueron soldados del Ejército nacional los que dispararon y arremetieron en contra de los civiles que se habían congregado en dicha plaza.

Hasta el día de hoy, la culpa de la matanza ha sido adjudicada en primer lugar al Presidente autócrata Gustavo Díaz Ordaz (el cual siendo hosco y huraño y no siendo un buen político posiblemente nunca habría llegado a la Presidencia de no ser porque en México se vivía en aquellos días una dictadura de partido único bajo una democracia que era una simulación de principio a fin y en donde cada sucesor a la Presidencia era escogido por un semi-monárquico sistema de dedazo en el que cada Presidente tenía el privilegio de nombrar a quien sería su seguro sucesor en el cargo), porque una matanza de ese calibre simple y sencillamente no podía llevarse a cabo en los tiempos de la democracia simulada en los que en México la voluntad del Presidente lo era todo al estilo de los Emperadores de la Roma antigüa si la matanza no tenía el sello personal de aprobación del Presidente-Tlatoani. Él mismo reconoció y dijo, ya después de haber dejado la Presidencia, que si de algo estaba orgulloso era de haber ordenado dicha matanza, de modo tal que se le tiene que asignar la parte de la culpa que le corresponde. Sus palabras textuales pronunciadas en 1977 fueron “Pero de lo que estoy más orgulloso, de esos seis años, es del año de 1968, porque me permitió servir y salvar al país. Al usar estas palabras, Gustavo Díaz Ordaz utilizó exactamente las mismas palabras (palabras más, palabras menos) que las que utilizan los alucinados de la extrema derecha mexicana al presentarse ante sus interlocutores como “salvadores” de México. Y sin decirlo explícitamente, se puede intuír que Gustavo Díaz Ordaz estaba convencido de que había salvado a México de “la gran conspiración judía masónica comunista”. Porque si no estaba “salvando” a México de esto, ¿entonces de qué otra cosa lo podía estar “salvando”? ¿De sus propios jóvenes?

A diferencia de la cínica admisión de Gustavo Díaz Ordaz de su papel en la matanza de Tlatelolco hecha a sabiendas de que inclusive hasta el día de hoy las leyes están hechas para situar al Presidente de México por encima de la ley garantizándole una impunidad casi total en todo lo que haga sin que se le pueda aplicar castigo alguno así confiese crímenes que se hayan cometido bajo su mandato (esta es la razón por la cual a Felipe Calderón ya como Presidente de México se le hizo fácil sacar al Ejército de los cuarteles sin pedir autorización alguna al Congreso de la Unión para iniciar una guerra sangrienta en contra de los cárteles de la droga que ya para fines del 2011 le había costado al país cerca de 50 mil cadáveres), su sucesor a quien también se le atribuye parte de la culpa, Luis Echeverría Alvarez, jamás aceptó ni reconoció participación alguna en los eventos pese a que como Secretario de Gobernación ciertamente tenía sus manos metidas hasta el fondo del asunto.

Inclusive hay otros políticos y funcionarios a los cuales también se les ha embarrado su complicidad en la matanza de 1968, como Alfonso Corona del Rosal. Sin embargo, el hombre que estuvo a cargo de todo el Ejército mexicano durante esos días terribles, el militar al cual respondían todos los soldados de México de todos los grados militares habidos y por haber y el cual a su vez únicamente obedecía a su jefe superior inmediato el Presidente de México, precisamente el Secretario de la Defensa Nacional Marcelino García Barragán, no sólo se le mantuvo por todos los medios posibles en una posición intocable, sino que tras su deceso se le nombraría “ciudadano distinguido de Jalisco” moviendo sus restos mortales a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, levantándosele monumentos en su honor y nombrando calles y escuelas en su memoria pese a que ese hombre tenía sus manos completamente manchadas con la sangre de civiles que las tropas bajo su mando derramaron el 2 de octubre de 1968.

En la siguiente fotografía tenemos al Gobernador de Jalisco Emilio González Márquez (el cual aparece a la izquierda), al lado del nieto del General Marcelino García Barragán, Javier García Morales (el cual aparece a la derecha), en un aniversario luctuoso que se llevó a cabo el sábado 3 de septiembre del 2011 en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres:

Spectator ya ha escrito previamente acerca de Emilio González Márquez y su asociación con gente extraordinariamente peligrosa y violenta que cohesionada en el secreto bajo una poderosa organización clandestina de alcance nacional puso detrás de Emilio González Márquez todos sus recursos y sus estratagemas para que González Márquez pudiera llegar a ocupar la gubernatura de Jalisco. Sin la ayuda de esos individuos, González Márquez por solo jamás habría llegado a la gubernatura de Jalisco, es así de simple. Se ha documentado ya la manera sucia en la cual pudo llegar a la gubernatura, y se ha documentado ya cómo él mismo con sus obras y sus hechos ha ido demostrándole al pueblo de Jalisco y al pueblo de México que su mentalidad y su filosofía representan la esencia misma de la extrema derecha que se ha estado denunciando en los trabajos de Spectator. A estas alturas, esto último ya no está a discusión.
La presencia del ultraderechista Gobernador de Jalisco Emilio González Márquez, el cual con el apoyo de la misma gente obscura y siniestra que lo había ayudado a llegar a la gubernatura de Jalisco estaba ya en plena campaña para intentar llegar a la Presidencia de México, fue una gran sorpresa para los asistentes al aniversario luctuoso llevado a cabo en memoria del General Marcelino García Barragán, ya que habían pasado varias ceremonias en honor del General García Barragán a las cuales el Gobernador Emilio González Márquez no asistía, pero de una manera sorpresiva lo hizo en esa ocasión, buscando al nieto de García Barragán para dialogar con él antes de que se iniciara la ceremonia, en la parte lateral en donde se encontraba el sillerío. Javier García Morales se mostraba contento, sin dejar de sonreír y saludar a cada uno de los asistentes que se le acercaban, sin saber lo que estaba por ocurrir. 

Apenas 72 horas después de haber asistido al aniversario luctuoso en memoria de su abuelo, evento en el que inusitadamente de una manera que no estaba incluída en la agenda el nieto del General García Barragán fue visitado personalmente por el Gobernador Emilio González Márquez, Javier García Morales caía abatido en una emboscada perfectamente planificada y llevada a cabo fríamente con toda precisiónHasta la fecha, el crimen permanece impune y las autoridades del Estado gobernado por Emilio González Márquez no reportan avance alguno en las investigaciones del crimen, si es que realmente se está llevando a cabo algún tipo de investigación. La siguiente fotografía nos muestra el cadáver de Javier García Morales tal y como quedó tendido en una banqueta de la ciudad de Guadalajara:


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