martes, 28 de agosto de 2012

Cualquier suposición al respecto es válida

¡¡Exijamos lo Imposible!!
México en riesgo
Lilia Arellano

Estado de los ESTADOS

Dilema: pactar con narcos
Peligro de violencia social

Cínica intervención de EU

Cancún
, edén de corrupción


“Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre a la venganza”: Francisco de Quevedo

Los ataques a esos grupos de empleados de los Estados Unidos que se dice trabajan en labores de adiestramiento de la fuerzas militares en nuestro país, los bloqueos, las llamadas que hace el vecino del Norte a sus enviados para que permanezcan atentos y en alerta ante cualquier situación que los ponga en peligro, así como el reporte de este tipo de situaciones, enmarcan un panorama en el que nada parece ser sorpresivo, sino más bien debidamente planeado. Se vienen presentando escenarios en los que se apunta a intervenciones mucho más descaradas que las que ya se viven respaldadas por estos supuestos ataques en los que, casualmente, no hay un solo muerto.

Se habla de que al final del sexenio se presenta un reacomodo de los cárteles y puede ser que también esta versión tenga sustento, es más, cualquier suposición en ese terreno es válida, ya que se carece de verdad oficial, sobre todo de confianza en que lo que se exprese en ese sentido, por lo que todo lo que pueda referirse al porqué de estas acciones tiene fundamento y, por supuesto, que resulta mucho más creíble que las declaraciones de cualquiera de los que integran el famoso gabinete de seguridad que, desde su conformación, ha demostrado su inutilidad.

Es un hecho que Felipe Calderón entrega un país arruinado por más que le hagan comerciales y anuncios y promociones en los que, tema por tema, intenta que se le reconozcan algunos rubros con éxito. Hasta ahora hablar de la necesidad de llegar a pactos, incluso con los narcos y los de la delincuencia organizada, causa tanto pavor como el mencionar la probabilidad de legalizar las drogas. Sin embargo, habrá que analizar y muy a fondo el peligro real en el que nos encontramos de seguirse observando acciones de las mafias de la importancia de las que se han venido presentando.

Claramente va quedando expuesta la inconformidad de la sociedad con sus gobiernos, ya sean municipales, estatales o federales. Sin embargo, se sigue antojando sumamente difícil que puede generarse un estallido social sano, limpio e incluso sin violencia sino más bien los que pudieran presentarse con una fuerte dosis de rebeldía para pagar impuestos o con marchas y mítines, etcétera. Sólo que, a diferencia de otros tiempos cuando si bien las revoluciones y los movimientos armados los respaldaban los de la clase media alta o los poderosos y los campesinos servían como carne de cañón, muchos de ellos aportando sus propias armas, las campañas de despistolización llevadas a cabo durante varios años han terminado hasta con las más rudimentarias escopetas.

En nuestros días las armas las tienen los de la delincuencia organizada, ya sea los narcos o los incrustados dentro de la propia esfera gubernamental y si nos atenemos al Ejército que ya han formado quienes se dedican al tráfico de estupefacientes, el país está en un grave riesgo, en uno que seguramente los vecinos del Norte ya tienen visualizado y previsto hasta en el grado de estallido sin control en el que puede caerse ya no sólo por respaldar esta actividad, sino por la fortaleza política que pudieran alcanzar. Hoy se sabe del grado de filtración en los cuerpos policíacos que han tenido y día a día, se registra un mayor número de ellos en franca actividad mezclados con los portadores de un uniforme que debería brindarnos seguridad.

La detención de generales, los policías federales arraigados, los hechos registrados en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, los señalamientos contra el propio titular de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, lo errático de la “guerra” decretada por el michoacano contra los cárteles, sin tener un equipo de inteligencia que pudiera detectar movimientos que van más allá de los que ejecutan el tipo de organizaciones a las que se dice combatir, etcétera, han logrado conformar un panorama verdaderamente aterrador, en el que todo apunta a que, para conservar la tranquilidad, para poder retomar las riendas del poder hay que pactar, con Dios y con el Diablo y, al mismo tiempo, detener el baño de sangre que a diario se vive en este territorio.

Las posiciones al respecto seguirán siendo encontradas y aceptadas por unos, con el abierto rechazo de otros, en cualquier de sus extremos. Sin embargo, no abordar todas las posibilidades es encerrarnos en un círculo sin salida, sobre todo cuando no es en nuestro suelo donde está el mayor consumo de drogas, sino en el de ese vecino que ahora pretende intervenir de manera mucho más abierta, pero no para combatir sino para completar debidamente el control de un mercado que le significa uno de sus principales puntales económicos y, de paso, obtener toda la información necesaria para mantenerse vendiendo armas, recibiendo petróleo y todo ello para sostener su imperio.

MULTIPLES CRITICAS

La estrategia seguida hasta el momento por la administración de Felipe Calderón sólo perjuicios ha traído a México, no sólo por el gran número de connacionales que han muerto, masacre no vista en ninguna de las guerras padecidas en la época reciente. El único beneficiado por la intervención de las fuerzas armadas en la lucha contra algunos cárteles de la droga ha sido el gobierno de Estados Unidos, primero con George Bush y ahora con Barack Obama, cuya política exterior en nada se ha distinguido de sus antecesores. La lucha armada, en los términos establecidos por el calderonismo, no es el camino para frenar a los cárteles de la droga, como bien lo aseguró este lunes el presidente de Guatemala, el general retirado Otto Pérez Molina, quien puso como ejemplo, precisamente, los resultados o la falta de resultados alcanzados en nuestro país. El mandatario centroamericano dijo que el mundo debe ser más ingenioso en el combate al narcotráfico porque el método utilizado en los últimos 40 años “no ha sido exitoso”
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