viernes, 28 de septiembre de 2012

Como si no ocurriera nada en México

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Depredación y soberbia hasta el final
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Como era previsible, el voto del PRI-PAN dio paso a la aprobación definitiva de la reforma a la Ley Federal del Trabajo que legaliza la pérdida total de derechos básicos de los trabajadores. Ahora lo que debemos esperar los mexicanos es una agudización sistemática de las condiciones sociales, políticas y económicas del país, porque es absolutamente irracional esperar una vida social más estable, una gobernabilidad sin altibajos, cuando las clases mayoritarias están siendo forzadas a reducir sus expectativas de vida y de progreso.

Con hechos como éste se confirma que no habrá nada que haga cambiar la gran estrategia de los dueños del mundo de liquidar, a como haya lugar, a dos terceras partes de la población del planeta, la que consideran prescindible. Tal es el objetivo fundamental del modelo llamado neoliberalismo, el cual ha sido implantado en nuestro país con sobrada eficacia, gracias a la disciplina y obediencia del Ejecutivo mexicano, independientemente de quien esté al frente. Lo cierto es que a medida que pasan los sexenios, tales atributos, puestos al servicio de los grandes intereses trasnacionales, se han magnificado y producido daños cada vez más severos a la población. La nefasta experiencia del actual sexenio parece difícil de superar, pero eso mismo decíamos hace seis años, cuando Vicente Fox estaba de salida.

Lo que no deja lugar a dudas es que nos espera otro sexenio de dura lucha contra los enemigos del país, que no son extranjeros sino compatriotas que debieran ser el principal apoyo al progreso nacional, pero que con hechos demuestran todo lo contrario. Sólo les interesa su progreso, su mejoría como sector social, lo que justifican diciendo que sólo ellos representan a la nación. Nunca entenderán que con una actitud solidaria, patriótica verdaderamente, obtendrían mejores resultados en sus negocios, en su vida cotidiana. Algunos lo han entendido, como don Eugenio Garza Sada, pero lamentablemente ya no existen empresarios con esa visión progresista, democrática y de verdadero nacionalismo.

Ahora lo que priva es gente con una mentalidad depredadora, que mientras más poder y riquezas acumula, más daño hace a sus semejantes, en vez de que fuera todo lo contrario. Es una consecuencia más del cambio que se fue gestando a medida que el neoliberalismo penetraba en las entrañas de los estados nacionales. De ahí que sea entendible perfectamente la firmeza de la oligarquía en profundizar aún más la brecha que divide a la sociedad mexicana entre una gran masa empobrecida y una minoría cada vez más ahíta e insaciable. Suponen sus integrantes que, como tienen la fuerza que da el poder económico, a esa masa indefensa no le queda más que aceptar lo inevitable, so pena de enfrentar la respuesta represora de un Estado que actúa como si fuera el gran guarura de la oligarquía.

Y en realidad lo es, no es otra su principal función en etapas de profundo descontento social como la que se avecina una vez que comiencen a verse las consecuencias de la terrible reforma laboral, que pondrá a prueba la capacidad de organización de los trabajadores, su voluntad para dejar a un lado actitudes irresponsables y egoístas. No pasará mucho tiempo para ver cómo la descomposición del tejido social se agrava todavía más de lo que ya está, cómo la economía informal crece a niveles nunca antes vistos, cómo la vida en las ciudades se vuelve más conflictiva por la mera necesidad de sobrevivencia de miles de padres de familia en busca de sustento.

Esto tiene sin cuidado a la oligarquía, protegida como debe sentirse contra todo tipo de protestas sociales, y desde luego también a la clase política, particularmente a la que pronto abandonará la plaza pública, como se advierte por la actitud de Felipe Calderón, sobrado de soberbia y de ceguera, de acuerdo con sus discursos y declaraciones de sus últimos días en Los Pinos. Como “gobernar” a México le quedó chico, ahora habla como estadista de talla mundial, como lo mostró en la 67 sesión de la Asamblea General de la ONU. Dijo que el mundo enfrenta cuatro grandes desafíos: la emergencia económica global, el cumplimiento de las Metas del Milenio, el cambio climático y la delincuencia organizada trasnacional.

No satisfecho con lo anterior, condenó la represión del gobierno de Siria y la violencia que está diezmando a esa nación del Medio Oriente. Obviamente, no se puso a pensar que aquí no vamos a la zaga en ese tema, con más de 120 mil muertos, según el Inegi, producto la gran mayoría de su “guerra” contra el crimen organizado. Y ahora, cuando ya se va, se da cuenta que es necesario “explorar opciones diferentes” en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, no pierde ocasión para “recomendarle” a su sucesor que prosiga la “guerra”.

(guillermo.favela@hotmail.com)
 

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