jueves, 31 de enero de 2013

El IFE trata de ocultar lo inocultable

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Ni la burla perdonan
Por Ricardo Monreal Avila

Si los novelistas del surrealismo vivieran en México, serían cronistas deportivos, porque se dedicarían simplemente a reseñar el deporte que más se practica en las instituciones políticas de este país: la simulación, el engaño y los montajes. Esa es la conclusión a la que llega uno después de conocer el dictamen de la Unidad de Fiscalización del IFE sobre los gastos que realizó cada partido y candidato en la campaña presidencial del año pasado.

Ni la burla perdonan. Ahora resulta que quien más gastó en la campaña fue el candidato que menos publicidad tuvo en los medios, el que se movió en todo el país a través del transporte más económico, el que nunca rentó un estadio de futbol para llenarlo de simpatizantes o fans de utilería, el que cada semana informó puntualmente de la evolución de sus gastos de campaña, y al que se le armó un montaje mediático para publicitar una cena de recaudación de fondos donde se recaudaron cero pesos con cero centavos.

El dictamen de esa unidad de fiscalización, es un fiasco. Utilizó una doble metodología y una doble contabilidad para medir los mismos eventos y actos de campaña. Contabiliza millones de pesos donde se gastaron centavos, y reporta centavitos donde se gastaron millones de dólares.

Mencionó dos ejemplos muy conocidos en la opinión pública.

El evento del cierre de la campaña presidencial de la Coalición Compromiso por México, del PRI y PVEM, en el estadio Azteca. De acuerdo a diversas mediciones contables, realizadas tanto por medios de comunicación como por operadores y auditores de diversas organizaciones políticas, el costo de ese evento no fue menor a 35 millones de pesos, contabilizando desde equipo de sonido hasta renta de camiones, camisetas y demás utilitarios repartidos allí. Más de 90 mil asistentes. La fila de camiones rentados llegaba a cinco kilómetros.

Pues bien, la unidad de fiscalización informa que el costo total de ese evento fue de 345 mil 500 pesos. Es decir, se comieron dos ceros. De esa cifra ilusoria, el reporte asigna únicamente 20 mil 439 pesos al gasto del candidato Peña Nieto y el resto lo prorratea a los gastos de los candidatos a senadores y diputados, cuando el evento fue difundido precisamente como cierre de campaña presidencial, no de senadores o de candidatos locales.

El otro ejemplo es el de las tarjetas Monex. Este banco reconoció que emitió más de 22 mil tarjetas y monederos electrónicos, y entregó los respectivos contratos, por montos diversos. Pero he aquí, que el reporte del IFE sólo reconoce 7 mil 851 tarjetas, con un monto total de 66 millones de pesos. ¿Y las 14 mil restantes, que ampararían más de 130 millones de pesos adicionales? La susodicha unidad, simplemente las desconoció y desapareció de su reporte. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que esta cifra le descuadraría su reporte final sobre los impecables, impolutos y muy transparentes gastos de campaña del PRI y PVEM para la campaña presidencial y para senadores y diputados federales. El reporte del IFE sólo reconoció 50 millones de pesos dispersados por Monex, porque haber reconocido el monto real documentado, cercano a los 200 millones de pesos, le hubiera descuadrado su informe final y hubiera desnudado al PRI y al PVEM.

¿Qué truco utilizó la unidad de fiscalización para encubrir lo evidente? Prorratear los gastos excedentes de la campaña presidencial del PRI entre los gastos de campañas a senadores y diputados federales, a fin de que su informe le checara y le cuadrara, como dicen los auditores.

En contrapartida, ¿qué maniobra utilizó para señalar que la campaña presidencial del candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, se había excedido en 62 millones de pesos y aplicar una multa de 130 millones de pesos a los tres partidos que lo apoyamos? Muy sencillo, absurdo y burdo: decidió no prorratear entre los candidatos a senadores y diputados de la coalición de izquierda los diversos gastos no identificados o insuficientemente reportados por estos candidatos.

Como dicen los auditores y expertos en contabilidad de doble vara o doble rasero: al candidato Andrés Manuel López Obrador le sumaron hasta la fecha de sus reportes; mientras que al candidato del PRI le blanquearon hasta el café negro.

Quiero recordar en esta ocasión el monitoreo ciudadano, no oficial, pero formal y serio, que realizamos el año pasado a la campaña presidencial del PRI y PVEM. Tan sólo en tres rubros: una flotilla aérea imperial de siete aparatos; espectaculares y vallas en todo el país; y utilitarios entregados en eventos masivos de campaña; únicamente en estos tres rubros, rebasaron el tope de campaña, durante el primer mes. Más de cuatro mil millones de pesos, únicamente en la publicidad y eventos visibles.

El tipo de informes como el presentado por la Unidad de Fiscalización del IFE, desprestigia más a su autor y a la institución que lo patrocina, que al destinatario del mismo.

El informe del IFE no suena lógico, y en materia de fiscalización, lo que no suena lógico suena a metálico.

Se puede atentar contra la ciencia contable, pero no contra el sentido común.

Algunos se podrán chupar el dedo; pero pocos, muy pocos, se chupan el brazo.

Algunos podrán meter la mano…, pero son pocos los que meten la pata y se tropiezan a mismos, como el titular de dicha unidad, un señor de apellido Cristalinas, que resultó ser en realidad un cristal opalino, es decir, de acuerdo con el diccionario, “un cristal entre blanco y verde, con reflejos irisados”.

El informe de la unidad de fiscalización del IFE que condena y multa al candidato que menos gastó, y perdona y lava el bolsillo al candidato que compró la Presidencia de México, es una tomadura de pelo y un montaje contable.

Este montaje contable del IFE tiene dos propósitos: por un lado, desprestigiar al candidato de las izquierdas que denunció sistemáticamente el gasto dispendioso del candidato presidencial del PRI; por el otro, tratar de ocultar lo inocultable: que en la pasada elección presidencial no se votó el cargo de Presidente de México, sino que se compró la Presidencia de México… Y como si fuera una subasta pública, el cargo lo ganó el candidato que gastó más. Así, o más claro.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala
 

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