lunes, 25 de marzo de 2013

Lo imperdonable no admite el perdón

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Los que no tienen perdón...
Por María Teresa Jardí 

Muerto, el imperdonable, Francisco Franco, torturador y asesino, luego de un merecido, aunque por causas naturales, suplicio. Rodeado de médicos falangistas y familiares que no han dejado nunca de hacer el ridículo. Luego de una prolongada agonía seguida por los españoles de dentro y desde fuera e incluso de manera genética por los aún no nacidos. Agonía que si bien retrasaba los brindis post mortuorios celebrando con champagne y con cava e incluso con vino y con rompope los más pequeños para celebrar la llegada, acompañado por Caronte, a las Hades, de ese canalla personaje; también su larga agonía llevaba a pensar que si Dios existía, como prueba a los humanos enviaba, la de que para él, lo imperdonable, no es tampoco para Dios perdonable, como siguiendo a Derrida, decía José Cueli, analizaba con relación al también fascista Papa recién elegido en sustitución de su antecesor nazi, como jerarca de la iglesia católica.

En la existencia de Dios hacía pensar la agonía de Franco. Porque aunque los canallas quieran creer, a manera de justificar sus actos atroces, cometidos en contra de los otros creados a imagen y semejanza del hijo de Dios, que Dios lo perdona todo. No se puede creer en el perdón a lo imperdonable sin creer en la existencia del otro creado a imagen y semejanza de Dios. Es obvio que como sólo amerita perdón, lo imperdonable, y como lo imperdonable no es perdonable, tampoco por Dios, los genocidas, los torturadores y sus cómplices, no tienen perdón.

José Cueli, a quien supongo que conocen, pero igual quien es psiquiatra y filósofo, maestro en la UNAM y cronista taurino en La Jornada de los lunes. Y quien el viernes se torna en su colaboración de los viernes en el mismo diario en uno de los grandes intelectuales, no a modo, y pensadores imprescindibles, como promotor de la cultura. Al nuevo Papa de la católica le enviaba el viernes pasado el recado de que con el perdón, no perdonable, de lo imperdonable, es con lo que va a tener que luchar, quien decidió, que sus pecados crímenes imperdonables, iban a ser perdonados o al menos olvidados, por emular, en el nombre, a Francisco, en el actuar está por verse, y como conservador se define al que espanta la cultura, al que por no imitar, no imitan ya ni siquiera sus hermanos de manera mayoritaria. Aunque hay que reconocer que algunos como Fray Tomás, luchador incansable, amenazado de muerte, en Tenosique se enfrentan en defensa de los migrantes, sin el boato del Vaticano y sin su defensa, a las oscuras fuerzas que, hoy dirige Ardelio Vargas, otro torturador, al servicio de Peña, como cabeza del Instituto Nacional de Migración.

Cuarenta años después de instalada la feroz dictadura de Franco en la Península Ibérica, luego del golpe de Estado contra la segunda República Española votada mayoritariamente por el pueblo español como la forma elegida de gobierno para la Península Ibérica, Rajoy de regreso para España ha traído a la falange, sin entender ese también impresentable que lo imperdonable, no tiene perdón posible. Y ya ha logrado que Catalunya se manifieste mayoritariamente a favor de la soberanía de los países catalanes, a la que seguirán los vascos y quién sabe si no el resto pero un hecho es que los españoles de manera mayoritaria se alzan ya en demanda de la tercera República. Lo perdonable, no amerita perdón, dado que es perdonable. Pero lo imperdonable no admite el perdón. Derrida tiene razón.
 

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