martes, 23 de abril de 2013

En México no se preocupan por los pobres

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Nada que ver con “Hambre Cero”
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Cuánta razón tiene el ex presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, al afirmar como lo hizo en Chiapas, que el hambre no es un problema de falta de dinero, de producción agrícola o de falta de tecnología. “Existe por falta de vergüenza de gobernantes en el mundo que no se preocupan por los pobres”. No es casual que tan dramático problema se agudizara en nuestro país, a partir de que tomaron el poder tecnócratas sólo interesados en cumplir las instrucciones del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de los grandes centros de poder trasnacionales.

Si algo caracteriza a los tecnócratas mexicanos es precisamente su desvergüenza, la desfachatez con la que llevan su doble moral. Por eso Lula dejó muy clara su postura, para que el gobierno de Peña Nieto no quiera engañar a la población con el argumento de que la Cruzada Nacional contra el Hambre es una copia del programa iniciado por el ex mandatario brasileño llamado “Hambre Cero”, mediante el cual se dieron pasos firmes para sacar de la pobreza a más de 33 millones de cariocas, y 40 millones más pasaron al segmento de la clase media.

Lo explicó claramente Lula al puntualizar, ante legisladores del PRD, que el hambre no se puede combatir mediante donativos de empresas ni con medidas asistencialistas. Su programa “Hambre Cero” tuvo éxito porque se instituyó como política de Estado con presupuesto propio; se otorgaron créditos por 100 mil millones de dólares a la población y se incrementó el salario mínimo de los trabajadores de 80 a 350 dólares mensuales, todo lo cual fue un eficaz detonante del mercado interno y de la industria brasileña. Se crearon 10 millones de empleos y 48 millones de pobres accedieron a los servicios bancarios.

En cambio, aquí se quiere solucionar el gravísimo problema de la pobreza con donativos y caridad, asociaciones convenencieras con empresas trasnacionales y excluyendo al máximo a los pobres del mercado, a fin de enviarlos a la informalidad y así presionar a la baja los salarios formales. Obviamente, con todo y Cruzada Nacional contra el Hambre, el flagelo seguirá acrecentándose en el país, no obstante que Rosario Robles cuente con todo el apoyo presidencial para hacer negociaciones con las trasnacionales que, éstas, saldrán ampliamente beneficiadas con el pretexto de acabar con el hambre en México.

La realidad nacional seguirá en picada en este sexenio, porque no existe en el grupo gobernante una mínima pizca de vergüenza por la situación reinante en el país. Los pobres les importan menos que un comino, los necesitan incluso para mantener a la baja los salarios y satisfacer su doble moral, pues así justifican organizar teletones y aparecer en las páginas de sociales entregando regalos y donativos a través de sus fundaciones. Sin pobres no habría posibilidades de otorgar limosnas muy publicitadas, pero sobre todo no sería aplaudida esa doble moral por quienes se engañan solos creyéndose “benefactores”.

No es de extrañar que Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, esté gratamente sorprendida porque Peña Nieto “está decidido” a privatizar varios sectores de la economía. “Seguimos cuidadosamente lo que pasa en México, particularmente desde la elección del nuevo gobierno, y personalmente estoy muy impresionada por la forma en que el presidente ha logrado apoyo en torno a un programa amplio de reformas”, afirmó. Se equivoca la tecnócrata, porque el apoyo recibido es el de una minoría al servicio del sistema, no el de las clases mayoritarias, las cuales no tienen ni voz ni voto, pero cada vez más hambre.

Hasta importantes asesores de la oligarquía, como el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) están sorprendidos, pero por lo mal que están las cosas en el país, que “pareciera indicarnos la existencia de un Estado fallido”, como acaba de señalar en un análisis sobre los problemas de mayor envergadura, como pobreza, corrupción, inseguridad, opacidad y rendición de cuentas. Pero lo hizo para exigir mano dura, como se infiere de la cita que hizo de Dantón, uno de los principales organizadores de la Revolución francesa, quien dijo: “Que la ley sea terrible y se acabarán todos los problemas”. Sin embargo, aquí la solución es que haya verdadera justicia social.

(guillermo.favela@hotmail.com

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