viernes, 24 de mayo de 2013

Ejemplo: corrupción, impunidad, cinismo

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
La fotografía de la vergüenza
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

La fotografía que dio la vuelta al país, de las pacas de billetes de alta denominación encontradas en una casa del ex tesorero del gobierno de Andrés Granier, ex gobernador de Tabasco, es la demostración más evidente de la dramática descomposición del sistema político mexicano, que se aceleró a partir de que se perdió la línea divisoria entre lo legal y la ilegalidad, de manera por demás obvia con el arribo al poder de la tecnocracia neoliberal en 1983.

Antes de ese año, la clase política se manejaba por reglas no escritas que marcaban límites. La corrupción, fenómeno natural en México desde tiempos inmemoriales, obedecía a códigos que no debían violentarse, so pena de enfrentar las consecuencias, generalmente la expulsión de las filas del partido y con ello el regreso a la vida privada. Había límites porque se tenía muy claro que todo marcharía bien en la medida que se respetaran, a fin de contar con el apoyo de la sociedad, el mejor activo político para mantener el poder.

Que no había democracia, no importaba con tal de que hubiera gobernabilidad, el factor de mayor peso para que la economía caminara con el pie derecho, como así fue desde los tiempos de Miguel Alemán hasta el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, cuando se cometieron abusos inexplicables en un político con la experiencia del entonces mandatario. Lo cegó la soberbia y quiso gobernar como autócrata, sin tomarse la molestia de escuchar a quienes deseaban que el grupo gobernante se bajara de su nube.

En la actualidad, la tecnocracia en el poder vive en una nube más alta, acostumbrada como está a ver el mundo conforme a estadísticas y estudios hechos a la medida de sus mezquinos intereses. Esta actitud ha dado por resultado una desorganización total de las tareas de gobierno, con base en la convicción de que lo importante es la administración de los asuntos públicos, y mientras menor sea la presencia del Estado mejores serán los resultados.

La toma del poder por la tecnocracia priísta derivó en un pernicioso relajamiento de la vida política nacional, que muchos creyeron sería favorable para abrir cauces democráticos, en un momento en el que la sociedad mostraba signos de hartura ante los excesos de los dos últimos mandatarios surgidos de la clase política, Luis Echeverría y José López Portillo. Sin embargo, el primer sexenio de los tecnócratas puros, el de Miguel de la Madrid, pronto demostró que su finalidad no era impulsar cambios democráticos, sino crear condiciones objetivas para la entrega de los bienes nacionales a grupos privados nacionales y extranjeros.

Cinco sexenios de tecnócratas en el poder, más éste que comenzó el pasado diciembre, tienen al país al borde del colapso económico, y en los linderos de una catástrofe social de alcances apocalípticos. Lo más terrible de esta realidad dantesca es que no se vislumbran cambios favorables a la sociedad, sino al contrario. Los dos sexenios del PAN en Los Pinos agravaron los grandes problemas que se venían arrastrando, sobre todo el nivel de la corrupción y del cinismo del grupo en el poder.

Hoy se viven las consecuencias de los lamentables desatinos de Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes demostraron a los priístas que les podían sacar ventaja en las malas artes de la corrupción en gran escala. Visto lo cual por los mandatarios y legisladores surgidos del partido tricolor, decidieron no quedarse atrás. Allí están los casos de Humberto Moreira y de Andrés Granier para demostrarlo, aunque puede afirmarse que hay muchos otros, aunque menos ostensibles, de cínica corrupción al amparo de la impunidad. El sexenio de Calderón es el paradigma histórico de todo tipo de abusos de poder, peores a los del porfirismo.

Lo más lamentable de todo no es sólo la corrupción, sino el comportamiento de la elite gubernamental, marcado por una actitud anti social que patentiza su concepción aristocrática del poder. Allí están los casos de los familiares de importantes miembros del grupo cercano a Enrique Peña Nieto para probarlo. Ahora sólo falta que la “justicia” no pase de la defenestración del ex titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, y que por acuerdos en la cúpula no haya una mínima voluntad para acabar con la regla tan socorrida de cuidarse las espaldas unos a otros.

(guillermo.favela@hotmail.com

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