domingo, 26 de mayo de 2013

Guerra en Michoacán (versión EspurioII)

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso 
Peña Nieto, tras los pasos de Calderón

La obsesión de Felipe Calderón Hinojosa por acabar con la violencia en Michoacán a paso de botas militares ha quedado plenamente transferida a su sucesor en la Presidencia. En una medida desesperada, Enrique Peña Nieto, reprodujo el arranque de la guerra calderonista: el domingo 20 envió más de 6 mil efectivos militares y cientos de policías a esa entidad. Al caos y al desgobierno que han impuesto los cárteles de la droga, Peña Nieto responde con medidas apresuradas y comete sus primeros errores tácticos.  
José Gil Olmos | Proceso

COALCOMÁN, MICH. (Apro).- Las palabras del presidente municipal tronaron tan fuerte como los cohetes que el domingo 19 pusieron en alerta a la población cuando llegaron los militares a tratar de desarmarlos:

"¡Ya era insoportable la situación!. A todos nos extorsionaban. Hasta en el municipio teníamos que darles 10% del presupuesto cada mes y ya nos estaban pidiendo 15%. Eso pasa con todos los municipios del Estado y lo sabe el gobernador. Lo aceptamos, pero donde ya no lo hicimos fue cuando se metieron con nuestras familias, violaban y se llevaban a nuestras esposas, a nuestras hijas. Ahí dijimos, ¡ya basta! Este es un asunto de dignidad."

Es martes 21 en la mañana. Afuera de la presidencia municipal está un grupo de militares armados. Llegaron en vehículos artillados que estacionan en las esquinas de la plaza principal como si se tratara de una zona de guerra.

"Sí, estamos como en una guerra", afirma el alcalde Rafael García Zamora, del PRD. Revela en entrevista que toda la población y sus autoridades estaban sometidas al cártel de Los Caballeros Templarios, quienes los tienen amenazados de muerte desde hace tiempo.

En los más de 200 kilómetros que separan a Apatzingán de este municipio de la región de Tierra Caliente, hay huellas de una batalla soterrada. En tramos cortos de la carretera se instalaron al principio cuatro retenes militares, después aumentaron a seis. En cada uno, los soldados revisan cada auto, anotan sus placas y los nombres de los tripulantes.

Por su parte, los grupos de autodefensa ciudadana también instalaron por varios días al menos otros cuatro retenes, que empiezan desde Buenavista Tomatlán hasta Coalcomán, donde revisan a quienes ven sospechosos y detienen a los "punteadores" o colaboradores de Los Caballeros Templarios. Hasta hace unos días esta banda era la que instalaba los puestos de revisión.

HUELLAS EVIDENTES

Las huellas de los enfrentamientos entre las autodefensas ciudadanas y los sicarios son más que evidentes. Pasando Apatzingán, en algunas casas de Pueblo Viejo se ven orificios de balas de alto poder, producto de un combate de hace unas semanas, con varios muertos, de los que oficialmente no se informó.

Sobre la misma sinuosa carretera que comunica Tepalcatepec con Coalcomán se ven restos carbonizados de camiones de pasajeros, de carga y tráileres quemados por integrantes del cártel, que en días pasados bloquearon los caminos a estos dos municipios y a Buena Vista Tomatlán para sitiarlos.

Durante varias semanas la banda criminal impidió la entrada de camiones que, entre otras provisiones, traen gasolina, alimentos y medicinascomo las ampolletas contra las picaduras de alacrán—, tan necesarias en los tres municipios.

Hasta Coca-Cola y Bimbo decidieron suspender sus corridas. Para eludir el virtual estado de sitio, algunos comerciantes buscaron surtirse de combustibles y alimentos por los caminos que van a Jalisco y Colima.

Ante lo grave de esta situación, el domingo 20 llegaron a la Tierra Caliente más de 6 mil soldados y cientos de policías en camiones, camionetas y unidades artilladas.

La orden era calmar la zona, pero lo primero que hicieron fue tratar de desarmar a los grupos de autodefensa ciudadana que se organizaron para repeler los ataques de Los Caballeros Templarios.

Los habitantes reaccionaron con marchas multitudinarias en los tres municipios, como nunca lo habían hecho, y el rechazo a la entrega de armas y puestos de revisión a los militares. "Si las entregamos, nos matan los sicarios", señala un integrante de la asociación cívica de Tepalcatepec, en la que más de mil hombres participan en labores de vigilancia.

Al paso de los días la situación se tensó más porque las fuerzas federales se dedicaron al desarme de los grupos de autodefensa y no a combatir a Los Caballeros Templarios. Hasta el viernes 24 no se había capturado a ningún delincuente.

ROCE CON SOLDADOS

El miércoles 22 hubo un roce entre soldados y los habitantes de Buenavista Tomatlán, que duró todo el día, porque los primeros detuvieron a cuatro jóvenes del grupo de autodefensa.

Al estallido de los cohetones, hombres, mujeres y niños salieron de sus casas y cerraron la carretera para exigir la libertad de sus cuatro compañeros a cambio de la del general Sergio Arturo García Aragón y 24 soldados encerrados con él en la sede de la policía municipal.

Otro grupo de militares armados y de policías rodeó a los lugareños. Avionetas y helicópteros sobrevolaron el municipio. Presentado en un mitin, García Aragón les explicó que los cuatro integrantes de la autodefensa detenidos por portar armas no estaban en manos de militares, sino que habían sido remitidos a las autoridades judiciales y que serían liberados. Pero les advirtió: "Les dije que no anduvieran armados."

Los militares, que no fueron maltratados, permanecieron retenidos por 17 horas en las instalaciones de la policía municipal. A las nueve de la noche de ese miércoles llegaron a un acuerdo y los cuatro policías comunitarios fueron liberados; de inmediato se les abrió la puerta a los militares que iban con García Aragón.

Aunque el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el gobernador michoacano Jesús Reyna declararon por separado que tal retención y el intercambio de detenidos por militares no sucedieron, los habitantes de Buenavista Tomatlán confirman los hechos al reportero. Señalan, además, que mientras ellos dirimían ese problema con los militares, del otro lado del pueblo estalló un enfrentamiento con sicarios que intentaron meterse al pueblo en tres camionetas.

En la versión de los testigos, los cuatro policías comunitarios se quejaron de que los militares los torturaron, pusieron armas de alto poder en sus manos para tomarles fotografías y los obligaron a firmar una declaración que no era suya.


GUARDAN LAS ARMAS
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