martes, 29 de octubre de 2013

Ese afán inaudito de quebrar a Pemex

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Creen que la tormenta no los alcanzará
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

La realidad nacional sobrepasa con mucho el concepto de crisis, porque lo que estamos viviendo los mexicanos es mucho más que un desequilibrio en alguno de los rubros fundamentales de la vida nacional. Se tienen problemas graves en la economía, que en este año incluso se han quedado cortos ante los que se viven en aspectos sociales, que han repercutido necesariamente en la política del país. Hay una polarización muy peligrosa que amenaza con estallar en el momento menos esperado, lo que puede ocurrir debido a la mezquindad y ceguera total de la oligarquía, como se advierte ante su firme rechazo a pagar un porcentaje mínimo de impuestos, y exigir bajo amenazas, al gobierno federal y al Legislativo, que se dobleguen a sus reclamos.

Como dice un dicho popular: “ven la tempestad y no se hincan”. Tal vez crean que la tormenta no los puede alcanzar, que su poder los pone a salvo de los problemas que se habrán de agudizar por no tener un poco de comprensión y una pizca de solidaridad con el país. Hasta los organismos internacionales están preocupados por la terrible disparidad social existente en México, como en ningún otro país en América Latina, mientras que la elite oligárquica ni por enterada se da de que estamos al borde de una violencia prerrevolucionaria de alcances insospechados, como lo deja ver la situación que se está viviendo en Michoacán, donde las autoridades están coludidas con la delincuencia e impiden que la población se defienda de los abusos de los grupos criminales y hasta de tropas del Ejército.

Se está viviendo una reedición, corregida y aumentada, de la situación que caracterizó al Porfiriato, de abusos y corrupción al por mayor, junto a una impunidad total que acelera y magnifica la descomposición del tejido social. Aun así, el grupo en el poder sigue actuando como si México viviera momentos de estabilidad en todos los órdenes, sin preocuparse de las consecuencias de su irresponsabilidad, ineficiencia y corrupción. Sigue firmemente empeñado en privatizar Pemex, en vez de buscar los mecanismos institucionales para fortalecer a la paraestatal y abrir una puerta para salir de la crisis económica. Al contrario, siguiendo las instrucciones de las trasnacionales petroleras y de la oligarquía, no tiene otra prioridad que quebrarla para “justificar” su privatización.

Poco le falta para lograrlo, a pesar de que Pemex es una de las empresas petroleras más rentables del mundo. Acaba de contratar deuda por 26 mil 313 millones de pesos para completar el financiamiento de sus planes de expansión productiva. Obviamente, se trata de una medida absurda toda vez que no tendría necesidad de recurrir a créditos externos, si no entregara al fisco más del 100 por ciento de sus utilidades, caso único a nivel mundial.

Sabemos que gracias a esta descapitalización estúpida y criminal, el gobierno federal puede financiar su gasto corriente, uno de los más onerosos a nivel mundial, y sobre todo puede darse el lujo de no cobrar impuestos a la oligarquía, la cual todavía se molesta y hasta profiere amenazas que en otras naciones se castigarían como se merecen, porque en la miscelánea fiscal se hacen tímidos esfuerzos por lograr que algo paguen. Así lo ejemplifica Juan Pablo Castañón, presidente de la Coparmex, quien en días pasados amenazó con dar a conocer los nombres de los legisladores que voten en favor de los cobros estipulados, a fin de castigarlos. Dijo: Si el legislador quiere seguir en su carrera política tendrá que dar explicaciones a la sociedad del porqué de su voto, debido a que esto tendrá sus consecuencias en las futuras elecciones”.

Obviamente lo que menos le interesa es la sociedad. La cúpula empresarial quiere seguir disfrutando de los privilegios fiscales que ha conseguido a lo largo de los años, hasta volverse costumbre, mismos que durante los dos sexenios del PAN en Los Pinos se magnificaron a extremos inauditos. Esto, conviene puntualizarlo, ha sido posible gracias a Pemex, empresa que se ha saqueado a niveles jamás vistos en ninguna petrolera del mundo. Por eso dice Castañón: “La reforma hacendaria es anti empresarial e hipoteca a las futuras generaciones. Su afán recaudatorio pone en riesgo el crecimiento de México. Lo que realmente pone en grave peligro el futuro del país es la voracidad de la oligarquía.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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