miércoles, 30 de octubre de 2013

No, mejor un impuesto de 50% a políticos

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Señor Calderón… perdón, señor Peña: faltó el impuesto a las tortillas
Alvaro Cepeda Neri

Conjeturas

Al entrar Pedro Aspe al salinismo no tenía ni un quinto a la vista, pero se surtió de la corrupción de ese sexenio, siguiendo la “escuela” del grupo Atlacomulco y su entonces jefe Carlos Hank González, alias el “Profe”, de sacar dinero hasta de abajo de las piedras. Ahora es millonario asesor de Videgaray. Y ya entrados en gastos para saquear de las mayorías empobrecidas hasta lo que no tienen (se comen sus perros y gatos al estilo chino-cantonés o los echan a la calle), le faltó a Calderón… perdón, a Peña, ponerle un impuesto a las tortillas y a los frijoles, al fin y al cabo que dicen los panistas-priístas el pueblo aguanta todo. Al inquilino de Los Pinos y visitante asiduo de Palacio Nacional, para darse ínfulas de “republicano”, ya le apodan “Manuel”, porque está arrasando, como ese ciclón devastador, con los trabajadores, los campesinos y los indígenas, aparte de robarle a la degradada clase media sus miserables salarios, reduciendo más su raquítico consumo para sobrevivir.

Ante las manifestaciones de los franceses cuando el gobierno agregó un impuesto al pan, cuentan que María Antonieta, esposa de Luis XVI, propuso que les regalaran pastelillos. Al crecer las revueltas, ese Luis XVI preguntó: “¿Es una revuelta?” y uno de sus ayudantes le respondió: “No, Majestad, es una revolución”. Y así era. Estallaba la Revolución de 1789. Pero eso fue en Francia y hace más de dos siglos, cuando el Videgaray y Aspe de entonces, para tener más dinero para robárselo, aumentaron el precio del trigo. En nuestro país el peñismo está seguro de que “aquí no pasa nada” y todos los días hay revueltas, protestas, levantamientos, cierre de carreteras, toma de calles en la capital del país, rebeliones estudiantiles y malestar por las injusticias que no tardan en cerrar el circuito para el movimiento de “los encabronados”. Ese Luis XVI de Peña va por todo para el saqueo y quiere coronar (reyecito, al fin), sus contrarreformas provocadoras con la privatización de Pemex.

Peña, como López de Santa Anna, puso impuestos a la compra de perros, gatos, pericos, pájaros, conejos, etc., y a los alimentos de esos animales, aunque muchos de ellos, los perros, son guías de los ciegos. Así que para completar el IVA que no se pudo imponer a colegiaturas, queda muy bien un impuesto al consumo de maíz y tortillas, ya que el pan de dulce también entró a la lista de los impuestos. Y si éstos fueran manejados honradamente no habría muchas protestas; pero, es dinero para los peñistas que, como todos, lo consideran un botín para enriquecerse.

Así que, señor Calderón… perdón: señor Salinas de Gortari; nuevamente perdón, señor Luis XVI, perdón: señor Peña, ordénele a su Videgaray que proponga un impuesto de dos pesos por kilo de tortillas y un peso por kilo de maíz. No pasa nada. Los mexicanos aguantarán esa dictadura, no obstante que el volcán social está a punto de estallar. Y cuando lo haga, que Osorio Chong conteste: “No, majestad… no pasa nada”, y olvide que a Santa Anna le estalló la Revolución de Ayutla y lo echaron de la presidencia, aunque esto fue en 1854. “Aquí no pasa nada”.

cepedaneri@prodigy.net.mx 

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