domingo, 5 de enero de 2014

Esta oscuridad es un hecho premeditado

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
En el misterio total
Jorge Carrillo Olea

¿Y la Fiscalía General de la República?

¿Qué, no tiene enemigos?
¿Nunca ha dicho la verdad?
Santiago Ramón y Cajal
 

Ante la bataola informativa generada por las reformas constitucionales referidas a lo energético, se pasó por alto la referida a una nueva institución sobre procuración de justicia que parece llevar el nombre de este texto. Nada o poco más que nada se supo de la iniciativa presidencial sobre ella. Esta oscuridad es un hecho premeditado y ello preocupa por no saberse qué se decidió esconder.

A un año de gobierno, aún no se cumple la propuesta de Enrique Peña de combatir la impunidad que hoy genera la pésima procuración de justicia federal. La nueva idea, hasta hoy mantenida en lo oscurito, sería complementaria de la reforma del 2008 sobre procedimientos penales, podría ofrecer alguna esperanza. Para mí muy poca.

Mi escepticismo se deriva de conocer la materia por haber colaborado con la PGR muy cerca de 1982 a 1990 y haber pertenecido a ella misma tres años más. Los problemas internos de esa sombría institución son quizá los más graves de todo el poder ejecutivo federal. Alguien concentró su opinión sobre sus integrantes diciendo que son “insuficientes, ineficientes y corruptos”.

La tarea de revivir esa dependencia va muchísimo más allá de cambiarle de nombre, lo que sería terriblemente irresponsable. De manera desconcertante no se ha permitido a la opinión pública conocer nada del proyecto, pero queda claro que no se hizo el saneamiento necesario antes de la supuesta nueva institución. Sería terrible que se arrastraran las flaquezas acumuladas.

No se tiene conocimiento de que se hayan corrido las formalidades inteligentes y obligadas de consultar a la excelencia existente en la materia. Ellas hubieran sido el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, donde laboran dos apreciables exprocuradores de la república: Sergio García Ramírez y Diego Valadés; el Instituto Nacional de Ciencias Penales o la Academia Mexicana de Ciencias Penales, todos ellos de enorme prestigio.

Tampoco se sabe de consultas a eminentes penalistas que los hay muchos y del mayor prestigio. De haberse prescindido de estas consultas como parece, ante la oscuridad premeditada, el proyecto, lejos de promover la confianza propiciatoria, promueve todo lo contrario.

Hubiera sido deseable que antes de legislarse sobre la nueva institución se hicieran a la luz pública varias consideraciones alternas, sus ventajas y desventajas, eso hubiera ganado mucho para la bienvenida de ella.
La academia y cualquier jurista tendrían derecho y razón para merecer un espacio y plantear sus ideas. No soy abogado, dejo a otros comentar diversas posturas sobre fórmulas jurídicas que no conozco. Lo que es inaceptable es que nada se haya develado y menos explorado con rigor.

Lo que, es que la todavía PGR tuvo en lo últimos 25 años, de 1989 a la fecha, doce titulares. Algunos muy respetables, los más sin nivel, otros sin convicción ni compromiso y otros con prisas.

La falta de proyecto y algunos con cortísimos plazos fueron sus peores adversarios. Hubo uno que sólo ocupó el cargo cinco meses. Esto es una revelación no discutible del grado de interés de los presidentes por la función.

El 30 de mayo de este año Peña dijo: “Es indispensable contar con un Estado de derecho sólido y eficaz donde la ley se cumpla sin excepciones, sin preferencias y sin demoras. Esto demanda una reestructuración a fondo en todas las procuradurías. Debemos alentar la especialización, tener investigadores con renovadas capacidades científicas y técnicas, contar con servidores públicos más comprometidos con su responsabilidad social”. Nada de esto encuentra respaldo en la realidad.

Si como es la liturgia los estados siguen el mismo camino, las cosas pueden ir peor. Es de muy serio temor que las procuradurías estatales siguiendo el estilo, se transmuten en fiscalías clonadas. Copiamos o nos alineamos sin saber ni cómo ni a qué ni por qué. Copiar a gran velocidad sin haber liquidado sus enormes pasivos de ineficacia y corrupción es fácil pero es para asustar a cualquiera. Sería el hundimiento definitivo del sistema de procuración de justicia que hoy hace agua por todos lados.

La preocupación es seria. ¿Por qué el futuro de la procuración de justicia sería diferente si durante décadas ha estado en constante decadencia? Esto nos lo tendrían que haber explicado. Hubiera sido alentador conocer el proyecto y en su momento aplaudirlo. Nadie lo ha explicado, por lo menos hasta el 27 de diciembre en que se envió este texto.

hienca@prodigy.net.mx

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