martes, 25 de noviembre de 2014

¿Cuál derrama económica? ¿Cuál paz?

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Por Esto!

Las grandes mentiras del neoliberalismo
Jorge Canto Alcocer

El 11 de septiembre de 1973 el gobierno de los Estados Unidos culminó una serie de acciones de desestabilización del gobierno democrático de Salvador Allende con el golpe militar encabezado por Augusto Pinochet, estableciéndose de esta manera un régimen criminal que durante más de 15 años asesinó y desapareció a miles de chilenos. En ese contexto de barbarie, el economista Milton Friedman y sus alumnos de la Universidad de Chicago impusieron el primer modelo económico neoliberal, que planteaba como premisas la privatización y desregulación de la actividad económica, el abatimiento del gasto gubernamental en programas sociales, un férreo control de la inflación y, teóricamente, la supresión del déficit público, todo ello encaminado a reactivar el crecimiento económico, a lo que seguiría, según este modelo, la derrama de dicho crecimiento hacia todos los niveles de la sociedad.

Friedman y los economistas neoliberales argumentan que una economía libre no únicamente estimula el crecimiento económico, sino que impulsa también el liberalismo político. “El capitalismo sólo se puede desarrollar en plena y absoluta libertad”, señala la teoría. Pero la realidad ha sido, desde aquel septiembre de 1973, todo lo contrario: el modelo económico neoliberal ha sido impuesto EN TODO EL MUNDO en circunstancias similares a las chilenas: de la mano de brutales regímenes militares, o, como en el caso de México, defendido por políticas represivas y el manejo del terrorismo de Estado.

Guerra, represión, brutalidad y abusos contra los derechos humanos han sido el signo de la imposición neoliberal. Ciertamente Chile vivía en septiembre de 1973 una aguda crisis económica, pero dicha crisis era fundamentalmente responsabilidad de la política norteamericana de DESESTABILIZACION. Agentes de la CIA y sus aliados de la ultraderecha chilena estuvieron detrás lo mismo de huelgas laborales que de paros patronales y, por supuesto, del traidor levantamiento del ejército. Chile era un caos desde principios de 1973, pero todo de acuerdo al macabro plan autorizado por el presidente estadounidense Richard Nixon, quien utilizaba al país sudamericano como una frontera de la Guerra Fría, sobre todo porque en esos mismos tiempos su política imperialista había sufrido una espantosa derrota en Vietnam y en todo el Sudeste asiático.

Y desde aquella primera experiencia neoliberal, las premisas teóricas del modelo han sido suplantadas, pues en todos los países neoliberales, si bien el Estado ha abandonado la mayor parte de las actividades económicas y, sobre todo, sus responsabilidades sociales en educación y salud, LOS DEFICITS PUBLICOS SE HAN MULTIPLICADO con tal de sostener un INMENSO APARATO REPRESIVO, no para garantizar la seguridad y estabilidad de los pueblos, sino, por el contrario, PARA FRENAR LAS CRECIENTES PROTESTAS ante medidas económicas impopulares, injustas e inhumanas.

El crecimiento económico preconizado por el neoliberalismo ha sido otra absoluta falacia. En todo el orbe podemos observar el crecimiento pero de la DESIGUALDAD, el ensanchamiento del abismo entre una minoría cada vez más reducida y cada vez más poderosa, y las masas populares, cada vez más pauperizadas, marginadas y desoladas. Así, la faz de todas las ciudades neoliberales del mundo va dando testimonio del abandono, la destrucción, la miseria y la desesperanza, interrumpidos brevemente por gigantescos y lujosos centros comerciales, absolutamente inaccesibles para las mayorías.

A más de cuarenta años de la sangrienta imposición del primer neoliberalismo, el modelo ha resultado claramente un amasijo de grandes mentiras: en vez de crecimiento, miseria generalizada y recesión permanente; en vez de Estados austeros, inmensos aparatos represivos, utilizados para mantener en el poder a reducidas oligarquías corruptas y salvajes; en vez de libertad, gobiernos criminales y aterrorizantes.

Como parte de la agenda para transformar a nuestras naciones, devastadas por el salvaje neoliberalismo, es preciso develar las grandes mentiras que el gobierno estadounidense y sus súbditos repiten sin cesar. ¿Cuál crecimiento? ¿Cuál derrama económica? ¿Cuál paz? La ventaja de nuestro desastre es que las grandes mentiras neoliberales son tan obvias como las evidencias de corrupción de sus gobiernos. Y aquí en México abundan los “peñas” y las “gaviotas” como muestra.

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