viernes, 12 de diciembre de 2014

La sociedad está harta y dispuesta a todo

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Protesta en Oslo: las respuestas urgen

¿Cuánto más puede esperar el gobierno federal sin dar una respuesta, de frente, sincera, responsable, a la sociedad mexicana y a la comunidad internacional por la crisis social que se ha instalado en el país?

Por como están las cosas
, lo congruente sería hacerlo ya, de inmediato. Antes de que el desprestigio y la desconfianza contaminen todas las acciones de la administración federal y los esfuerzos de muchos, los que sí piensan y trabajan por el futuro de México, se hundan en una crisis económica, política y social que, esta vez, puede ser de dimensiones desconocidas para el país.

La urgencia por respuestas y compromisos reales no sólo llegan desde el seno de la sociedad mexicana y de quienes sido directamente afectados por la violencia, resultado de la corrupción y la impunidad que la cobija: las madres, padres, hermanas, hermanos, esposas, esposos, hijas e hijos de miles de desaparecidos en el país, y que hoy agrupan de forma dramática las familias de los seis estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa asesinados y de los 43 secuestrados, entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre pasados.

La urgencia por respuestas y compromisos al Estado mexicano también se ha convertido en un clamor mundial; persigue al gobierno federal y al Presidente lo mismo en países de Europa, Asia, Oceanía y, por supuesto, en América, y lo mismo si está o no de visita en algún país de esos continentes.

Nunca antes del caso Ayotzinapa, la imagen del gobierno de México había estado tan devaluada a nivel internacional.

La manifestación que ayer realizó el joven Adán Cortés Salas, quien con una bandera mexicana manchada de rojo irrumpió en el momento cúspide de la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi, es una acción que el gobierno de Enrique Peña Nieto no puede ignorar.

Ni el Presidente ni todo su equipo de asesores, ni todos sus aliados en los medios, ni todos sus simpatizantes en los poderes político y empresarial, ni todo el dinero del mundo en publicidad, pueden tapar ya una realidad: la sociedad está harta y dispuesta a manifestarlo de mil y un maneras ante el mundo por los abusos de las autoridades, por sus mentiras, por sus simulaciones, por su ineficacia, por su desdén hacia las críticas y por la falta de voluntad política para ponerle cara a los ciudadanos.

La fotografía de Adán Cortés y su frase de ruego a Malala, la joven paquistaní que lucha por la educación para las niñas y adolescentes marginadas, como hacen también los maestros egresados de las escuelas normales rurales en Méxicolas más desprotegidas por el Estadodieron la vuelta al mundo en minutos.

“Please, Malala… México, alcanzó a decir Cortés antes de ser detenido por la policía noruega, a la que sorprendió al colarse hasta el estrado mismo del salón principal del Ayuntamiento en Oslo, en el momento en que ambos luchadores sociales recibían el galardón.

La transmisión de la entrega es difundida en vivo por las cadenas de televisión, radio e Internet, por lo que millones de personas registraron la protesta del joven mexicano en apoyo de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y en contra del gobierno peñista.

Para completar el cuadro se supo que, antes de su intrépida acción, Adán, quien tiene 21 años y es estudiante de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pidió asilo político al gobierno de Noruega “por miedo a que lo deporten a México. Sabe que después de la acción, el ‘narcogobierno’ de México podría hacer uso de la violencia y la intimidación”, comentó ayer mismo su hermano, Agustín, a medios nacionales y también a extranjeros.

Todo mundo a estas alturas sabe del caso de Adán Cortés pero, más aún, de las razones de su protesta: la tragedia de Ayotzinapa, la descomposición del Estado mexicano y, además, los oídos sordos de un gobierno ante los reclamos de una sociedad indignada, pero que se ha movilizado a un nivel inédito y ya difícil de acallar, como no sea con el diálogo y el compromiso de respuestas prontas y tangibles.
(SINEMBARGO.MX)

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