sábado, 21 de febrero de 2015

Luis Videgaray sí está perdiendo la razón

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

¿El cinismo conduce a la locura?
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Cómo no va a ser optimista Luis Videgaray, secretario de Hacienda, si forma parte del gabinete más caro del mundo con relación a los pésimos resultados de su gestión administrativa, e incluso en términos reales. Al hablar en la ceremonia de entrega de premios a la excelencia académica de la Universidad Anáhuac, dijo que aunque lo juzguen loco, es “un optimista irredento sobre el futuro de nuestro país”, y por los ejemplos que puso para demostrar el motivo de su forma de pensar, parece que no está muy lejos de estarlo.

Se refirió a que en 1985, alrededor del 85 por ciento de lo que México vendía al resto del mundo era petróleo crudo.Hoy, 85 por ciento de las exportaciones son manufacturas, productos con valor agregado, automóviles, bienes electrónicos; somos, por ejemplo, algo que poca gente sabe: el país donde más pantallas planas se fabrican y se exportan”. Habla como si se estuviera refiriendo a Japón, no a nuestro pobre país que camina en reversa. Porque nuestra realidad es diametralmente opuesta a la de la nación asiática, donde toda la tecnología de lo que exporta le pertenece.

Lo que le faltó decir a Videgaray es que el 85 por ciento de lo que exportamos no es nuestro: es el resultado de la maquila de bienes y servicios de marcas extranjeras, cuyas plantas envían sus productos a los países del tercer mundo a que los terminen y ensamblen obreros que cobran salarios mucho menores que los que reciben en los países de origen de los productos que el secretario de Hacienda considera mexicanos. No es que seamos exportadores como Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña y China, sino un simple país maquilador que sólo puede ofrecer mano de obra barata, lo que dista mucho de la presunción que hace el funcionario.

En 1985 teníamos muchas más bases concretas para ser optimistas, gracias a una industria petrolera en expansión, que se abría paso en el campo de la petroquímica con firmeza y que ofrecía al país posibilidades de competitividad industrial de las que ahora carece. En consecuencia, ante tamaño dislate de Videgaray pareciera que está perdiendo la razón. ¿Acaso producimos automóviles con marca mexicana, hechos aquí en todas y cada una de sus partes? ¿De qué valor agregado habla si lo único nacional es la mano de obra que labora en calidad de esclava sin mínimos derechos en su propia tierra?

El colmo de sus despropósitos verbales es afirmar que “hace 26 años México todavía no era una verdadera democracia. Hoy se nos hace normal, pero esto es algo que México conquistó”. Videgaray supone que “es normal” y una conquista democrática la desigualdad tan terrible que caracteriza al país, los salarios de hambre que reciben los trabajadores, los altísimos niveles de desempleo formal que permiten mantener los niveles salariales más bajos del mundo, la impunidad de que gozan “empresarios” como Germán Larrea.

Los muchachos de la Universidad Anáhuac que lo escucharon deben haber sido los primeros en intercambiar sonrisas burlonas, pues incluso ellos saben que México está cada vez más distante de la democracia y de la justicia social. Deben saberlo porque estudian para conocer la realidad y se preparan para mejorarla, no para cambiarla porque ese no es el objetivo de una institución educativa organizada para mantener los privilegios de la minoría de la que forman parte

Según Videgaray, el futuro del país es muy promisorio, “una de las economías que tiene mejores perspectivas hacia adelante”. Lástima que la realidad concreta lo desmienta, como lo hace el propio Banco de México, cuyo gobernador acaba de reducir la tasa de crecimiento pronosticada para este año, como también lo hizo el Inegi, situación que habrá de continuar en lo que resta del año, con riesgos inflacionarios si la derecha se empeña, como parece que así será, en cometer un nuevo y costoso fraude electoral en las elecciones de junio.

Si el grupo en el poder sigue menospreciando al pueblo, de la manera tan vil como lo hace, el futuro del país se pondría negro. Para evitarlo, no hay otra opción que acudir masivamente a las urnas y emitir un voto contra esa clase reaccionaria y voraz que nos quiere ver la cara todo el tiempo. Quizá es posible que tanto cinismo lleve a la locura.

(guillermo.favela@hotmail.com)

No hay comentarios: