viernes, 27 de febrero de 2015

Manipulación política e intereses turvios

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
¿Profecía o visión la insurrección del cardenal?
Alvaro Cepeda Neri

Conjeturas

I.- Apenas investido con el uniforme cardenalicio por las facultades papales, el obispo Alberto Suárez Inda expresó su punto de vista sobre el drama de Ayotzinapa. Debería renunciar a su nombramiento y quitarse los hábitos para dar opiniones políticas (si es que la Constitución laica sigue vigente). Y es que, apurado ante el representante de Peña en Ciudad del Vaticano, Mariano Palacios, y su paisano el aparente gobernador de Michoacán, Salvador Jaraque como el de Guerrero son mirones de palo–, sin decir “agua va”, se puso de parte del peñismo y de la derecha empresarial con visos de golpistas, y nos compartió su profecía al estilo del monje Savonarola, aquel que se enfrentó al Papa Borgia (padre de los perversos Borgia) y sin atinar en ninguna de sus profecías, terminó en la hoguera. No es el caso de nuestro obispo michoacano que siendo simple ministro defendía a las guardias rurales contra los abusos de los narcotraficantes y la autocracia del procónsul peñista, el desaparecido Alfredo Castillo, quien al ser cesado se fue de borrachera y se puso a cantar: A mi manera, esperando que su amigo-jefe lo nombre en uno de los cargos por desocuparse cuando envíe a los suyos a las elecciones.

II.- El cardenal dijo que percibía (“advertir, apreciar, notar, enterarse de la existencia de una cosa por los sentidos, o por la inteligencia servida por los sentidos”), que hay cierta manipulación política e interés de algunas gentes, que se aprovechan del dolor de los padres de familia para querer provocar una insurrección” (Irene Salvo: Reforma; y Jorge Gutiérrez: El Universal: 17/II/15). Y el periodista Julio Hernández López, en su leidísima columna Astillero, del mismo día publicada en La Jornada, atinadamente dice que lo expresado por el cardenal, es un “salvavidas a los gobernantes entrampados en la desaparición de los 43 normalistas”. Es verdad que los ministros en funciones dependientes de Roma y del Papa, están dedicados a “salvar” almas, pero no a salvar políticos y menos de la calaña de los César Borgia, el criminal aquel que con la bendición de su papá quiso adueñarse del mundo; modelo de gobernante que encajaría muy bien entre nuestros desgobernadores, y cuyas perversidades retrató Nicolás Maquiavelo en la obra que describe a los autócratas: El Príncipe.

III.- Parece que más que profecía es una visión. Es decir, que el cardenal percibió visiones. Lo grave es que descalificó las manifestaciones y protestas por ese crimen-genocidio donde están implicados funcionarios de Guerrero, y por la negligencia en la investigación, los peñistas. Para un juicio semejante, el cardenal ignora la historia de las insurrecciones (esta palabra-concepto tiene, al menos once sinónimos que culminan en la Revolución). El que los mexicanos estén hartos de la situación económica y política por la incapacidad del peñismo, más las crueldades de la inseguridad, no le permiten al integrante de la corte papal hacer tal acusación. Es un falso profeta y un visionario metafísico. Pero es peligroso que se meta en política para defender al diablo-empresarial y al demonio del mal gobierno.

cepedaneri@prodigy.net.mx

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