sábado, 25 de abril de 2015

Si nos dejamos pronto seremos sus eslavos

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Sombras de más graves conflictos
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

No debe asombrarnos que las bancadas de la reacción en la Cámara de Diputados aprobaran la minuta del Senado que reforma la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, merced a la cual agentes de gobiernos extranjeros podrán portar armas en territorio nacional. Pero es motivo de profunda preocupación, porque se pueden presentar situaciones que sin duda afectarán la relación bilateral con Estados Unidos, ya que los principales agentes que deambulan en nuestro país, no sólo en las zonas fronterizas y en puntos migratorios, son originarios de la nación vecina

Es oportuno recordar que la invasión a Veracruz en 1914, que finalmente contribuyó a la derrota de Victoriano Huerta porque impidió el desembarco de armas provenientes de Alemania para el ejército del usurpador, se justificó por un pretexto baladí: un grupo de marinos estadounidenses que desembarcaron en Tampico con sus armas, fueron desarmados por militares mexicanos, actitud soberana (aunque de un gobierno usurpador) que indignó al almirante al mando de las embarcaciones ancladas en el Golfo de México.

Legisladores del PRI, PAN, PVEM y Panal hicieron causa común para sacar adelante una ley que pondría en riesgo la vida de civiles mexicanos que se opongan a que agentes extranjeros se tomen atribuciones que no les corresponden por estar en un país que no es el suyo. La bancada de la derecha quiere restarle importancia a este nuevo ordenamiento diciendo que los agentes extranjeros estarán armados sólo para cumplir mejor su responsabilidad, pero no hubo respuestas cuando la oposición les pidió que aclararan si en caso de que dispararan a un ciudadano mexicano serían sometidos a proceso a partir de nuestras normas jurídicas.

Es obvio que
no es un hecho aislado, sino parte de la estrategia diseñada por el gobierno de Barack Obama para insertar a México en el esquema de seguridad nacional estadounidense. Se trata de un paso más en esa dirección, el más trascendental y significativo para la nación vecina, con graves riesgos para nuestro país debido a que se debilita completamente el marco legal que permite una mejor defensa de nuestra soberanía.

El viejo sueño anexionista estadounidense está más cerca de ser una realidad, si no somos capaces en este momento de revertir una ley que sirve a intereses de un Estado que desde su fundación se ha caracterizado por sus ambiciones expansionistas, mismas que en la actualidad pretende justificar con el absurdo pretexto de la lucha contra el terrorismo islámico y contra el narcotráfico, problemas que generan grupos de interés de la nación vecina con una finalidad política, como es fácil demostrar en esta etapa de la siempre compleja relación bilateral.

A Estados Unidos le llevó tres décadas acabar con el nacionalismo mexicano, aunque sería muy pronto que cantara victoria. Vale decirlo, porque las graves contradicciones existentes en México están logrando, de manera acelerada, despertar la conciencia ciudadana sobre la urgencia de salvar al país de las garras de minorías que quieren convertir al pueblo mexicano en mano de obra esclava, objetivo que una vez logrado mostraría su verdadero rostro de rasgos extranjeros, particularmente estadounidenses.

México sigue siendo un país fuerte, no obstante la depredación y saqueo de que ha sido objeto por una oligarquía insaciable; todavía con grandes posibilidades de superar los graves problemas económicos y sociales derivados de la voracidad de los grupos monopólicos que controlan la economía y dictan la agenda al grupo reaccionario en el poder. Así lo dejan ver los propios miembros de la burocracia dorada: cuando les conviene dicen que “no hay riesgos insalvables”, como lo afirmó el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, contradiciendo en menos de veinticuatro horas al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien sostuvo que ya no tenemos futuro, pues condenó a las nuevas generaciones a vivir con el cinturón bien apretado, porque la crisis será permanente.

Ante los integrantes de la Comisión de Hacienda del Senado, Carstens afirmó el jueves que se cuenta con “un arsenal” de 270 mil millones de dólares, “para enfrentar cualquier contingencia que se pudiera presentar”. Sin embargo, no dijo que la estabilidad macroeconómica, de la que presumió, se ha logrado a costa del sacrificio de millones de mexicanos que están cayendo en la pobreza. De ahí el imperativo de que las grandes corporaciones trasnacionales cuenten con sus propias fuerzas de seguridad en territorio mexicano.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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